EL
MUNDO
3 enero
2017
Amor Sáez
Parece que las aplicaciones del bótox no
tuvieran fin. En una penúltima vuelta de tuerca las inyecciones de toxina
botulínica se proponen ahora como alternativa para retocar el pecho sin cirugía.
Una práctica que parece ser habitual entre las chinas y japonesas, mujeres que,
en general, tienen el pecho pequeño y desean occidentalizar su apariencia.
Según el cirujano y médico estético Jesús Sierra (Madrid) "es una técnica
que también se está practicando en Estados Unidos pero no está autorizada por
Sanidad en Europa".
Es lo
que se llama una práctica 'off-label' -fuera de
indicación-. Es decir, no está en la ficha técnica del producto, como tampoco
lo está pinchar en la frente, el masetero, el cuello, la base de la nariz, la
sonrisa gingival, el mentón, las comisuras de la boca... Y se hace.
Precisamente, en Europa, la doctora Neetu Nirdosh, con clínica en Harley Street
(Londres, www.drnirdosh.com), lo anuncia en la portada de su web como "The Botox Boob Job: el tratamiento
ideal para mujeres que sufren la caída del pecho después del embarazo o el paso
de los años, o tienen arrugas marcadas en el escote fruto del daño solar".
Además,
dice que es una técnica "más segura y rápida que una cirugía convencional".
Y asegura que cada vez es más popular entre las 'celebrities'.
"El 'breastox' se está convirtiendo en el 'must have' de mis clientas antes
de acudir a la alfombra roja", apunta.
Surgen
muchas dudas: ¿Realmente se puede aumentar una talla de pecho simplemente con
inyecciones de bótox? ¿Qué beneficios y riesgos para
la salud puede entrañar? ¿Quién asume la responsabilidad si no está autorizada
por Sanidad?
El
dermatólogo Daniel Arenas (Madrid), es el único profesional que realiza 'breastox' en nuestro país, y, según parece, es más
anecdótica que otra cosa. "Hago una paciente al mes. En nuestro país,
cuando se habla de mama se incide en la cirugía más que en las técnicas
complementarias", asegura. ¿En qué consiste exactamente? "Se pincha bótox con una aguja muy fina, como las de insulina, en tres
puntos de cada músculo pectoral. Exactamente, en el pliegue que está debajo de
A favor
En su
favor hay que decir que eleva el pecho de forma inmediata sin necesidad de
pasar por el quirófano, sufrir cicatrices ni postoperatorios
pesados y, según el Dr. Arenas, no tiene efectos secundarios. Porque,
aunque pueda parecer necesario poner una cantidad excesiva de toxina, lo cierto
es que se pone una dosis muy normal: ocho unidades por pecho, 24 por lado, 48
en total. "En la cara, para tratar las arrugas de expresión del tercio
superior se ponen entre 40 y 50 unidades", asegura el dermatólogo. Además,
los efectos de la toxina son transitorios y reversibles. No duran más allá de
cuatro meses. "Esto puede ser una ventaja si el tratamiento no ha cumplido
las expectativas y el pecho no ha subido todo lo que se quería", apunta el
experto. También "puede sustituir a la cirugía de forma transitoria",
defiende Arenas. Y "tiene sentido en pechos muy concretos, de tamaño
pequeño o mediano, y ocasiones especiales en las que se quiere lucir unos senos
algo más elevados, firmes y turgentes", según el dermatólogo.
En contra
Más
vale que tengas un bolsillo saneado, porque para mantener los resultados tienes
que repetir las inyecciones cada seis meses, lo que supone un desembolso de 600
euros cada vez.
Para el
cirujano plástico Oscar Junco (Barcelona) el bótox no
supera a la cirugía: "El envejecimiento y el paso del tiempo hacen que la
piel que recubre la glándula mamaria se desprenda. Para solucionarlo ya existen
los sujetadores, que sostienen
Una
cosa más; si al final te decides debes saber que al no estar autorizado por
Sanidad "la responsabilidad de este tratamiento es compartida entre el
médico y el paciente", según el doctor Arenas. Y, para bien o para mal,
tiene que ir acompañada de un consentimiento informado.